Del desamor al amor. Reflexiones de un soñador romántico.

El amor existe. Nunca te rindas. Si ya lo tienes, lucha por mantenerlo, si no, lucha por encontrarlo. Te ofrezco mis pensamientos y reflexiones, mis vivencias, mi vida, mi diario... El diario de un desamor cubierto con la seda de la ilusión por los maravillosos devenires de un amor platónico. Te propongo un viaje por el que pretende ser el blog de los sentimientos, de la pasión escrita, de la ternura pincelada con los tintes de la más hermosa prosa poética.
Del desamor al amor... En este Blog encontrarás fragmentos del libro "A la Luna, a Ti, mi Cielo, y a Mis Queridas Estrellas" , de mis nuevos proyectos, así como rincones varios dónde podrás leer poesía, pensamientos, citas, etc.. Con este nuevo formato intento invitar a una "Lectura Interior": unidos a los textos irán una imagen y una música que a mí, el autor, me sugieren los temas presentados... Simplemente espero puedas disfrutar así más de la lectura: sentir, reflexionar, imaginar, emocionarte, ...

Si la vida se apaga siempre hay una vela para encenderla. La tela del destino no se paga llorando y es de cretino suspirar por una perla perdida cuando mil joyas guindan seguro aún nuestro existir.

El futuro no puede ser vil de antemano y en las boyas que marcan el camino debemos atar las naves que brindan las claves del sobrevivir.

En la mano tenemos el poder de cambiar las cosas que no marchan y de ocasionar aquello que no sucede.

Bello será vivir si en el creer lo ideamos así y si en nuestro subsistir pensamos en positivo, bello será estar vivo.

En las fosas donde caímos hallaremos lo que se nos esconde, incluso lo que perdimos, toparemos con lo que nos puso aquí: para amar nacimos y a amar nos fuerza la vida.

Aquel que extraviado en su egoísmo no ejerza su obligación, con su querida ambición producirá un seísmo para el verdadero significado de su nacimiento y aunque lo conquiste todo no evitará hundirse en el lodo del desaliento, confundirse en una borrosa nebulosa vacía de sentido.

Pues no viste la seda con vestido roto, y si ponemos coto al amor con él se veda nuestra alma.

Porque el cable que nos une al cielo del bienestar no se empalma con posesiones sino con el ardor del vuelo de una sonrisa cariñosa, con el cantar sin prisa de las canciones que en su prosa ensalzan el duelo de los afectos. Y si con nuestros efectos personales no se calzan las pasiones, banales serán las emociones si no les damos salida.

Dejemos pues, que hable el corazón, que acune cantando la brida de toda razón.

Y esperemos. Pues si andamos la vida mimando más el querer que el tener vendrán seguro los fechas en las que las cosechas conviertan el duro sobrevivir en el elixir con el que se despiertan los más grandiosos momentos, aquellos en los que los odiosos tormentos decoran su tristeza con la pureza de bellos sentimientos que adoran nuestro existir.

Pero debemos ir con cuidado de no engañar nuestros intentos con impostores amores, de no empañar nuestro querer con aprovechado interés. Pues no es de recio saber que en el quedarnos contentos se alimente el amor y necio será contentarnos con poseer la flor si no aprendemos a componer la norma que modele su hermosura, que sustente su valor.

Porque amar no es conservar y en la horma del estimar no cabe el recibir sin dar. Y no sabe el cariño pastar sin ternura, la misma que das a un niño. Y no sabe el cariño pedir si no ofrece. Y suele pasar que el abandono el sentir no mece y un día descubrimos que nos faltaba el abono y la melodía que nos unía ha dejado de sonar. Y sufrimos un cisma, por no haber luchado aquel querer que aderezaba nuestra supervivencia perdió la paciencia y se fundió.

 

miércoles 29 de octubre de 2008
truth about enzyte Del desamor al amor. A la luna, a ti , mi cielo 8: Sobrevivir en el desamor: Mujer ante el espejo...

 

De los recónditos hangares donde nuestras experiencias aparcan nos vienen a veces imágenes que, interrelacionando distintas vivencias, acaban desarrollando pensamientos en los que se conjuntan algunos de sus diferentes atributos para formar un concepto global. El otro día me hallaba sentado delante del televisor mirando una película de aquellas que te distraen sin más. La protagonista llenaba un argumento muy simple y previsible, de aquellos que deben costar poco dinero. Su papel era, pues, extremadamente superficial y la verdad es que poco hubiera tardado en apagar mi aburrida actividad si no es por algo que pasó, por algo que descubrí en la interpretación de aquella actriz que abrió la puerta de mi fértil imaginación. Aquella mujer reproducía un tipo de vida que me era muy familiar y no pasó mucho rato para que en mi mente se conjuraran recuerdos y emociones y empezaran a formar un retrato, una historia que desde el principio me apasionó. La recordada vida de mi madre, la aparente suerte de mi esposa, la probablemente tuya, la intuida existencia de algunas amigas y la imborrable memoria de muchas conocidas articularon sus peculiaridades y comenzaron a dar formato a un relato de ficción que con su realismo sobrecogió mi ánimo y me forzó a intentar escribirlo de la forma más respetuosa y pulcra que pude. Aquí lo tienes, sin más...

Ella salió de la ducha. Ella resurgió mojada y con la toalla fue secando, poro a poro, aquella suave y cansada piel anhelosa de deseo. Aunque ya estaba hermosa iba a empezar su lucha por fabricar aquella miel que la haría más atractiva, la que sabe despertar los sentidos del sexo opuesto. La valla que separaba la belleza que no veo de la que quiero ver debía caer y la vacía caja de la autoestima debería tapar su torpeza fabricando un nexo entre los encantos perdidos y el suero que mima con lo puesto los mantos de la lindeza. Ante el espejo se mostró desnuda y la duda invadió sus proyectos de restauración. En el asomo del viejo desgaste demasiadas curvaturas resucitaban. Que la faja que vistiera con disimulo sus aparentes gorduras devolviera los rectos trazos parecía cosa de hadas. ¿Cómo callar el bulo que su percepción difundía entre sus sensaciones echando al traste toda vanidad? ¿Cómo recuperar la hermosa verdad que en los pretendientes brazos de las canciones de su primera juventud sonaba? En su inquietud se argumentaba que la quimera que con algunas operaciones ornamentales quiso construir no invitaba a las tunas de su confianza a redescubrir las baladas que loaban sus finuras. Empezaban a pensar sus desasosiegos que cuando uno nadaba en la desesperanza los tendales de figuras prefabricadas no hacían más que resaltar las duras impresiones. Y las sugestiones de su conciencia le decían que ciegos están los que con la ciencia pretenden crear lo ya creado, lo que se nos ha dado. Pues no se venden las delicias que halagan nuestra presencia. Pues los faros que iluminan nuestra bella esencia se pagan con caricias a nuestro bienestar y si no aprendemos a contemplar con el alma las cualidades se difuminan y las miradas son disparos, y lo que vemos son verdades engañadas que no calma ni sella el más caro y raro disfraz.
Hundida en sus pensamientos ella comenzó a preparar el antifaz que debía reconstruir su torcida gracia. Inició los cimientos untándose con crema hidratante. La yema de sus húmedos dedos bailaba una elegante danza hacia la sedosa suavidad. Acariciándose cada llano, cada cavidad, con su milagrosa mano frotaba en un ir y venir que avanza por la grasienta senda que venda la aspereza con aquel fulgor que tienta la delicadeza y resalta su resplandor. En su concentrada expresión no había alegría. La preocupación por aquello que falta aturdía su mirada y lo que podía hacerse con un mecánico resaltar se producía con un trágico intento de resucitar. Más ella no pensaba en ello. Ella seguía obcecada con su invento para verse seductora y, concentrada en su tarea de no sentirse fea, no recordaba que aquel hombre que buscaba atraer ya lo tenía. Su querido marido era o debía ser su hombre y en el contrato en el que la posesión de un proyecto compartido se conjura con el querer se le aseguraba lo que en el prospecto de una boda sensiblera jura sin vergüenza un entusiasta rapsoda vestido de religión. Este era el trato y sabido es que, mientras no venza, un trato es un trato. Y aunque esté claro que un pacto no basta para certificar el porvenir, ¿no será raro quien se avenga a firmar un retracto sin que venga una insalvable calamidad? Así que, la verdad, nada debía importar y aunque en la cumbre de nuestros alientos se hubiera asentado aquella costumbre que todo lo enfada, aunque el innombrable desamor hubiera atacado los sentimientos de la pareja, entre ceja y ceja tenía que prevalecer el acomodo de los juramentos. Total, ¿acaso había algo mejor? Y, ¿hacía mal en no dar un paso comprometido cuando ella quería a su marido y sentía que él le correspondía? ¿Que no se creía amada? ¿Que el hechizo terminó y ella tampoco amaba como antes? Importaba poco o nada. Si se dio aquel cruel rizo de la vida que nos mata el amor y nos ata al querer era algo tan normal que no podía ser causa de herida. Quizás fuera una pausa y no más, un dolor pasajero a curar con un "te quiero".
Ella admiró durante un instante su hechura lechosa y decidió proseguir con su labor. Se puso una lujosa y sugestiva ropa interior aunque intuía que en su uso pasaría tan desapercibida como una copa distinguida pero vacía. Su figura empezaba a extender su exquisitez y ahora tocaba añadir algunos toques de maquillaje a su aflictiva cara para que desde todos los enfoques adquiriera su máxima brillantez. Como una pintora prepara su última composición, ella iba a pretender que con su pintoresco masaje su semblante apareciera fresco y su talante radiante reluciera como el más precioso paisaje primaveral. Hacía años que había aprendido a cometer la ejecución de este trabajoso ejercicio con sufrido oficio. Cual maquilladora profesional abrió el cajón donde guardaba sus útiles de cosmética y comenzó a ilustrar el contorno de sus ojos con los apaños que la estética de moda le obligaba a usar. "Fútiles engaños para un entorno que adora esconder los enojos con pintura", pensó, mientras polvaredas y pinceles habían empezado a envolver los daños que tras los dinteles de su poca cordura tejían las veredas de una indecisa personalidad. "Toda careta pretende ocultar alguna verdad", esa concisa oración rozó su boca como un comentario que espeta lo no pronunciado y en el altar donde pende el relicario de las reflexiones prohibidas se produjo una laguna que condujo a su actuar a interrumpir su faena y a su pensar a recordar con pena lo que debía servir la alegría: las sensaciones vividas de pequeña al observar el matrimonio de sus progenitores tallaban la leña que quemaba aquel fuego envidioso que el demonio aviva con lo recordado más hermoso. Ellos fueron los actores del amor más anhelado. En su apego una furtiva connivencia calmaba cualquier dolor y por doquier se podía percibir un extraordinario impulso que guarnecía su convivencia con guirnaldas de futuro certero. En las faldas del soberano y puro querer creció y en el diario de su memoria se podía oler la gloria, y en el diario de su memoria se había establecido hacía mucho un pulso: en una mano el ducho amar que siempre admiró y en la otra aquel estimar que tenía y que en los careos generaba el desespero. Reos somos de nuestros temores y los cobardes amores nos privan de aquellos alardes de grandeza que en los asomos de bellos romances que miman la realeza se anuncian.
Pero, ¿qué estaba pensando? Ella decidió aparcar aquellos percances de la cavilación que denuncian el malestar y retomó su acción. Firmó los matices de su parpadeo con el coloreo de sus pestañas y tapizó cada mejilla con aquel bermellón que marca las directrices de la viveza. Brilla la ilusión cuando amañas el arca de la belleza para que meza la sugestión. Pero, ¿qué estaba pensando? Toda mujer debía tener un ideal de platónico amar y eso no significaba que jamás lo fuera a realizar. Quizás la amenazaba desde las añoranzas infantiles, quizás se destacaba en el bucólico transitar de alguna pareja amiga o a lo mejor resurgía detrás de lo banal que en las lecturas pueriles abriga las esperanzas. Mas, ¿quién consigue catar el sueño que en las alburas de las ilusiones reposa? ¿Quién puede ser dueño de lo que se aleja, de lo que nos persigue pero no osa nunca alcanzarnos? ¿Debemos casarnos con las ambiciones que de lo utópico surgen? No urgen las fantasías si en ellas conspiran dolorosas fracturas de lo poseído y de las codicias que aspiran a gozosas golosinas tenemos que valorar las facturas que nuestra estabilidad deberá pagar. Y eso no puede ser un tópico. Lo que nos sucede, lo que hemos conseguido, aunque en la realidad quizás se nos presenta manco de caricias para nuestra hambrienta confianza, siempre ha de asustar a lo que nos tienta. Así, nuestro estanco corazón afianza lo que tiene y suele dejar pasar lo que del paraíso le viene. Nuestro liso componer sabe actuar en la traición a los arrebatos de la pasión. Sabe actuar y sin ninguna duda actúa. Y si no es así, ¿hay alguna mujer que se atreva a jurar que en su pensamiento no fluctúa el recuerdo de un hombre, de una presunta y preciosa alma gemela, que pudo tejer un sublime esbozo de ensueño? Su nombre, seguro, aún abreva la duda, la pregunta que no se calma, sobre si tras el muro del lerdo desdeño, si en el pozo del reviento que vela la bella muda del apuro, no se perdió aquella maravillosa trama que desde siempre soñó. En esta incógnita reside el drama de tantas mujeres y si los ujieres que guardan la puerta que preside nuestra vida repudiaran su tímida alerta y sus temerosas pesquisas y dejaran entrar aquellas brisas que conmueven los románticos anhelos, infinitos cielos resaltarían su azul con un tul cosido con bonitos cánticos y teñido con asombrosas historias.
Sus ideas giraban, cual mareantes norias, tomando como epicentro las angustias que hacía ya demasiado colmaban el vaso de su estabilidad. Muy adentro sentía como mustias rebeliones habían varado su salud mental con ligeras pero inquietantes deliberaciones que rondaban aquel paso que jamás daría. En una venal quietud esperando, en una frágil tranquilidad salpicada de pastillas para el reposo la dorada existencia de aquella dama corría millas, ágil hacia la apurada impotencia que de las plurales esperas nace. Para su esposo no pasaba nada. ¡Qué idiota es el pensar masculino cuando cree que todo enojo femenino se supera en la cama o que un portento regalado cura siempre los males y satisface su enfado! Porque quizás un antojo complace la gula de un momento, pero en la alacena que guarece nuestras resistencias será una minúscula mota de harina si las esencias de los alimentos restantes huelen a insípidos sustentos o a insana pena. Nos guste o nos disguste no trina el amor ni enaltece su ardor con consuelos ávidos de atiborrar los estantes de nuestros ahorros y experiencias con un opulento inventario. Las amantes suertes se tornan fuertes con los vuelos de la ilusión y nutren los forros del porvenir con el destapar diario de la pasión por estar unidos. Todo lo demás no es más que un invento de aquellos que, heridos por el desamor, buscan vestidos para su honor.
En un dejo del pasar aquella idea que nos zozobra ella volvió a verse en el espejo. Sus carnosos labios atendían listos: querían estar más hermosos y con la tea del reflejo rojizo encendió lo que no sobra, impregnó sus imprevistos besos con un carmín que si había de recibir un primerizo anhelo podría ofrecer un jardín de tibios embelesos. Después recogió su cabellera sin demasiado celo, pues era día de peluquería, y se dispuso a esparcir con ilimitado abuso por algunas de sus partes marcadas por sensuales premoniciones un costoso y fascinante perfume que debía oler a casuales tentaciones. Pero, en la vera del encanto acosado retomó el nervioso llanto que asume lo que no compartes con la alarmante desazón. ¿Por qué razón no hallaba la paz? ¿Por qué tanto tormento por un haz de luz que nunca la iba a iluminar? Por Dios, ¡ni que viviera en un convento! Su cruz no tenía pretexto, pues en el tratado de su vida actual el texto rebosaba prósperos flujos de bonanza. Además, si hurgaba en las galerías de su juvenil pasado, aquellas que fijan el carril a seguir de la avenida del porvenir, el concepto de marido ideal cantaba sus boleros con la añoranza de las alegrías que en los lujos se cobijan. Inepto pensar, quizás, pero debía reconocer que aquello que había pretendido llenaba hoy sus arcas. Sus deseos más primarios fueron satisfechos y si aquellos afanes complementarios que ella relacionaba con lo que ahora disfrutaba viajaban en otras barcas no debía girar la vista atrás. Los planes que dirigen los destinos escogen estrechos caminos para asegurar su pista y a menudo no era aconsejable retroceder. Su posición económica y social representaba un buen escudo y su intuición la invitaba agarrarse de aquel cable que para alguna amiga significaba una manera de vencer su irónica soledad: entrar en la aventurera liga de la infidelidad podría a lo mejor disimular su poco romántico existir con el erótico goce. Porque, ¿no es verdad que el roce con lo prohibido distrae el desengaño por lo no tenido? Ella aún no había aplicado tal apaño pero sus escrúpulos hacía mucho que habían dejado de rehusar que algún anónimo y, ¿por qué no?, ducho invitado accediera a explorar sus óvulos.
Decae el desánimo con la proyección de travesuras que quizás nunca celebras. Así, ella pudo abordar de nuevo su ocupación con el fantasear de curiosas curas que divertían su imaginación. Iba a vestirse con delicadas y preciosas hebras. Estaría bien guapa, seguro, y saldría a pasear. Hasta las cinco no salían sus amados niños del colegio y colocaría la tapa de su ocio con los guiños que las infundadas compras suelen hacer a los desesperados. Su regio vivir no era tan duro y, mientras no diera un brinco hacia las remotas sombras de los sueños, su soso vivir debería ser un negocio: en las más elevadas cotas de su avaricia iba a depositar sus empeños, iba a buscar la caricia que amasa nuestro agrado. Y ella se acabó de vestir y, con posado orgulloso, salió de casa.
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Etiquetas: amor platonico, amor. desamor, el amor existe, literatura, literatura romantica, mujer amada, pareja, pensamientos y reflexiones, romance, romantica, romantico
martes 28 de octubre de 2008
Del desamor al amor... El Rincón de las citas...
Una novedad más en el blog... Espero que os guste... Para ese rincón he seleccionado diferentes citas que tratan el tema del amor... La verdad es que hay citas para todos los gustos, pero os aseguro que vale la pena dar un repaso... Un detalle me gustaría resaltar que me llamó la atención: entre la cita más antigua, s.XIX a. de C. y la más reciente, s. XXI, pasaron 2.900 años...

Si quereis acceder en la barra lateral se abre un camino... Al final de esta entrada os ofreceré también el acceso...

Con este post os ofrezco un sabroso aperitivo: una corta selección de algunas de las citas que a mí, particularmente, más me motivaron... A mí, claro...

 

 

 

Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.
Rabindranath Tagore (1861-1941) Filósofo y escritor indio.

Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama.
Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857) Poeta francés.

Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección.
Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.

Amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad.
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) Filósofo, físico y matemático alemán.

El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) Poeta español.

Un corazón es una riqueza que no se vende ni se compra, pero que se regala.
Gustave Flaubert (1821-1880) Escritor francés.

Besos que vienen riendo, luego llorando se van, y en ellos se va la vida, que nunca más volverá.
Miguel de Unamuno (1864-1936) Filósofo y escritor español.

A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa.
Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes.
Bernard Le Bouvier de Fontenelle (1657-1757) Escritor francés.

Uno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro, sí, y ésa fue su condena.
Robert Burton (1577-1640) Escritor y clérigo inglés.

Si no te quieren como tú quieres que te quieran, ¿qué importa que te quieran?.
Amado Nervo (1870-1919) Poeta, novelista y ensayista mexicano.

Vivimos en el mundo cuando amamos. Sólo una vida vivida para los demás merece la pena ser vivida.
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Purifica tu corazón antes de permitir que el amor se asiente en él, ya que la miel más dulce se agria en un vaso sucio.
Pitágoras de Samos (582 AC-497 AC) Filósofo y matemático griego.

Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645) Escritor español.

El verdadero amor no se conoce por lo que exige, sino por lo que ofrece.
Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español.

Mientras que el corazón tiene deseo, la imaginación conserva ilusiones.
René de Chateaubriand (1768-1848) Diplomático y escritor francés.

El amor es una bellísima flor, pero hay que tener el coraje de ir a recogerla al borde de un precipicio.
Stendhal (1783-1842) Escritor francés.

Lo malo del amor es que muchos lo confunden con la gastritis y, cuando se han curado de la indisposición, se encuentran con que se han casado.
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.

El primer beso no se da con la boca, sino con la mirada.
Tristan Bernard (1866-1947) Novelista y periodista francés.

¡Los suspiros son aire y van al aire! /¡Las lágrimas son agua y van al mar! /Dime, mujer, cuando el amor se olvida /¿sabes tú adónde va?
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) Poeta español.

El amor jamás reclama; da siempre. El amor tolera, jamás se irrita, nunca se venga.
Indira Gandhi (1917-1984) Estadista y política hindú.

Ven a dormir conmigo: no haremos el amor, él nos hará.
Julio Cortázar (1914-1984) Escritor argentino.

Es mejor haber amado y perdido que jamás haber amado.
Alfred Tennyson (1809-1892) Poeta inglés.

El problema del hombre no está en la bomba atómica, sino en su corazón.
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

Nada pesa tanto como el corazón cuando está cansado.
Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931) Periodista, ensayista y poeta uruguayo.

Un instante de gozo del corazón vale más que dos horas de placer de los sentidos.
August von Kotzebue (1761-1819) Dramaturgo alemán.

Esa necesidad de olvidar su yo en la carne extraña, es lo que el hombre llama
noblemente necesidad de amar.
Charles Baudelaire (1821-1867) Escritor, poeta y crítico francés.

Hay quien tiene el deseo de amar, pero no la capacidad de amar.
Giovanni Papini (1881-1956) Escritor italiano.

Ir sin amor por la vida es como ir al combate sin música, como emprender un viaje sin un libro, como ir por el mar sin estrella que nos oriente.
Stendhal (1783-1842) Escritor francés.

Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos.
Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español.

El beso es el contacto de dos epidermis y la fusión de dos fantasías.
Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857) Poeta francés.

Llegará el día en que después de aprovechar el espacio, los vientos, las mareas y la gravedad; aprovecharemos para Dios las energías del amor. Y ese día por segunda vez en la historia del mundo, habremos descubierto el fuego.
Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955) Filósofo y teólogo francés.

El amor sólo se da entre personas virtuosas
Aristóteles (384 AC-322 AC) Filósofo griego.

En el verdadero amor no manda nadie; obedecen los dos.
Alejandro Casona (1903-1965) Dramaturgo español.

El amor es lo único que crece cuando se reparte.
Antoine de Saint-Exupery (1900-1944) Escritor francés.

La capacidad de reír juntos es el amor.
Françoise Sagan (1935-2004) Escritora francesa.

Amar es vivir en aquellos que se ama.
Eliphas Lévi (1810-1875) Mago y escritor ocultista francés.

Nuestro corazón tiene la edad de aquellos que ama.
Marcel Proust (1871-1922) Escritor francés.

No acometas obra alguna con la furia de la pasión: equivale a hacerse a la mar en plena borrasca.
Thomas Fuller (1610-1661) Clérigo y escritor británico.

Se puede amar sin sufrir cuando se ama sin enrojecer.
Louis Charles Alfred de Musset (1810-1857) Poeta francés.

El más poderoso hechizo para ser amado es amar.
Baltasar Gracián (1601-1658) Escritor español.

En el rocío de las pequeñas cosas, el corazón encuentra su mañana y toma su frescura.
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

Los amores son como las setas, que no sabe uno si son venenosas hasta que ya las ha comido y es demasiado tarde.
Tristan Bernard (1866-1947) Novelista y periodista francés.

Las verdades que revela la inteligencia permanecen estériles. Sólo el corazón es capaz de fecundar los sueños.
Anatole France (1844-1924) Escritor francés.

Estoy bajo el agua y los latidos de mi corazón producen círculos en la superficie.
Milan Kundera (1929-?) Novelista y ensayista checo.

El hombre se eleva por la inteligencia, pero no es hombre más que por el corazón.
Henry F. Amiel (1821-1881) Escritor suizo.

El amor es la poesía de los sentidos.
Honoré de Balzac (1799-1850) Escritor francés.

Aquello que sale del corazón, lleva el matiz y el calor de su lugar de origen.
Oliver Wendell Holmes (1809-1894) Poeta y humorista estadounidense.

El amor no sólo debe ser una llama, sino una luz.
Henry David Thoreau (1817-1862) Escritor, poeta y pensador.

No ser nada y no amar nada, es lo mismo.
Ludwig Feuerbach (1804-1872) Teólogo y politico aleman.

El amor no da ni toma nada, excepto de sí mismo.
Khalil Gibran (1883-1931) Ensayista, novelista y poeta libanés.

Da un poco de amor a un niño y ganarás un corazón.
John Ruskin (1819-1900) Crítico y escritor británico.

Boca besada no pierde fortuna, es más renueva como la luna.
Giovanni Boccaccio (1313-1375) Escritor italiano.

Siempre que odio y amor compiten, es el amor el que vence.
Pedro Calderón de la Barca (1600-1681) Dramaturgo y poeta español.

¿Puede ser por ventura amado el que a nadie ama?
Demócrito de Abdera (460 AC-370 AC) Filósofo griego.

El amor es como el agua, si algo no lo agita, se echa a perder.
Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

¡Pobre del amor a quien la fantasía abandona!
Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

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Etiquetas: amor platonico, amor. desamor, citas, el amor existe, la vida es bella, literatura romantica, mujer amada, pareja, pensamientos y reflexiones
domingo 26 de octubre de 2008
Del desamor al amor. A la luna, a ti , mi cielo 7: Amor con amor se paga... Amada, bien querida...

 

Dicen que el amor lo puede todo y yo me pregunto: “¿Si no lo tenemos todo es que no tenemos amor?” Claro que no tardo mucho en responderme que acabo de plantear una solemne bobería. Porque soy muy consciente de que cuando amamos y nos sentimos amados de verdad ese todo que anhelamos se reduce hasta acercarse muy mucho a lo que ya tenemos. Y somos felices y aprendemos a satisfacer todo aquello que nos puede faltar con la fuerza del cariño. Y entonces se me ocurre otra trascendental cuestión: ¿Con lo necesario para vivir, buena salud y mucho amor se puede ser feliz? Y ahora sí respondo con absoluta convicción afirmativamente. Pero, y las dudas vuelven a perturbarme, si esto es cierto, ¿por qué sigue atacándome la impresión de que en nuestro mundo actual la tristeza nos inunda los ojos de mucha, muchísima gente que parecemos tenerlo todo? ¿Será que perdimos el amor y no lo encontramos de nuevo? ¿Será que con nuestras ansias de hallarlo nos conformamos con corteses sucedáneos? ¿O será que en realidad el amor que debiera darnos la gloria es una quimera que muy pocas personas llegan a disfrutar? Muchas incógnitas rodean mis argumentos y se me hace difícil intentar exponer una razón concluyente. Aun así no vacilo en aseverar que yo sé, ahora, que ese amor no es un invento. No, no es ningún mito y yo estoy comprobando, aun cojo de tu correspondencia, de lo que puede llegar a ser capaz... Y vuelvo a escribir con más seguridad que sí, que el amor puede poderlo todo... Podría incluso... Y entonces se me ocurre. Y vuelvo a empezar. Vuelvo a juguetear con las palabras para desarrollar un fantástico pensamiento que cruzó por un momento mi mente y la iluminó...

La luna gira por el horizonte. Ella la mira. Desde la playa o desde la cima de un monte, ¿qué más da? Ella admira la aya de su dormida espera, mima su roncera despedida y en el roce de una brisa acuna una sonrisa. Un feliz esboce redondea su delicia pues nada vicia los colores que en su cara cada mañana se matizan. En los albores del día el astro rey realza el barniz que en la ara de la sana hermosura se pasea y las carencias se suavizan. Ella ensalza su lindura y examina el rastro que la serena ley de los mortales que la han amado y aman va dejando.
Con tales amores todo ha merecido y merece la pena. Llaman sus evocaciones con el dorado timbre que afina y embellece las entradas con honores y en su memoria la gloria se emplaza cantando armónicas tonadas. Quizás en ocasiones se haya partido el mimbre que entrelaza el cesto siempre medio lleno del bienestar, mas en el lindar de las crónicas nada revienta el contento. Su gesto debe ser agradecido: su aliento se presenta con el más puro hálito y en su seno bebe aquella mansa felicidad que ahuyenta al tedio. Su ego descansa sereno y en el oscuro rincón donde la verdad resume sus experiencias brilla la ilusión, aquella ilusión que con su riego nos alcanza el hábito de entregarse a la esperanza. Porque ella presume y jura con el pleno convencimiento que las impaciencias suprime, que la arcilla que mixtura el cimiento, que imprime la buenaventura, acostumbra a sacarse de aquellas canteras donde el tenaz amor encumbra a la apacible paz.
Así, es perfectamente deducible que en la vereda de su presente no hay timos ni esperas. Y es que ella se siente muy amada y paga la veda del dolor con los mimos que recibe, y percibe su retrato con la apreciada impresión que halaga nuestra moral. Con su trato bondadoso muchos la amaron, con respetuoso modo muchos más la aman y con vocación sin rival, seguro, aun muchos más la amarán. Trovadores cantarán algún día, por los que callaron, unas baladas que aclamen la casta de los amores desprendidos, unas romanzas que proclamen con entusiasta melodía y aturdidos sones el asesinato de millones de penalidades, acabadas con lanzas dulcemente envenenadas, fallecidas sin más heridas que la marca de un beso o la bella huella de una caricia. En su alegato el peso de un grandioso presente rellena el arca de la codicia con mares de respeto, con montañas de cuidados, con ríos de admiración y con plena fidelidad. Sin acoso ni artimañas, sin particulares inventos ni artificiales bríos. En la realidad ni siquiera se programó como un reto. Sucedió como en los cuentos y no puede aceptarse otra versión. Y aquel que quiera saber más de tales prodigios deberá preguntarse si alguna vez amó o si alguna vez fue amado. Y si no encuentra respuesta tampoco encontrará vestigios para tan delicado comprender. Jamás irrumpió ni entra por el portón del vacío el conocimiento y anda con tiento por la cuesta que lleva al cielo un loco sin corazón. Traduce el amor su poderío y lo manda sólo a aquellos nominados que pueden y saben amar. Y ella se siente adoptada por el azar. En el vuelo de las aves luce su suerte. En la pisada de las naves en la mar y en el fuerte vigor de los tornados que revuelven cada hacienda se esconde la prenda que hay que pagar. Con los colores del verde y con los olores que el viento traslada responde el fiador a la entrega con mercancías. Con inocentes encías muerde el bebé el pecho que lo alimenta. Con los dientes por nacer riega su gana sin tiento pero con su delicada mirada nos cuenta con ufana coartada que lo hecho no atenta contra la renta de su cariño, sino que más bien la origina. En la novicia rutina de un niño, en su salvaje pero pura ternura, hallaríamos muchísimos modelos de como podrían ser aquellos amores que acaricia el más amado sueño...
Era su repaso del pasado dueño de sus pensamientos y en el paisaje que dibujaba los albores de su creación poquísimos duelos surgirían de la comparación, pues escaso de serios enterramientos iba a surgir su actual sentir. Tal sensación bañaba su cognición y la limpiaba de penurias desde hacía incontables años. Quizás milenios, quizás centurias. Eran baños afables, baños que la hacían sentirse mimada, baños que la hacían sentirse muy amada. Amada... ¿existe palabra que vierta más sentidos en la tina de la polisemia? ¿Existe una clave que abra mejor la puerta de la felicidad femenina? Nada premia con más distinguidos agasajos a la quebradiza estabilidad mujeril... Amada, bien querida... Quien esto sabe y con fajos de honesto amor atiza su varonil proceder verá colmada su vida en pareja. Sabios y galantes al comprender esta evidencia fueron y eran sus amantes y con la teja del querer cubrían sus deseos. De sus labios fluía esta querencia y con tiernos besos entretenían sus paseos, y con sanos embelesos atendían sus muchos retoños. Y así pasaban inviernos y veranos, otoños y primaveras, y en la recogida de cada cosecha todas las esperas se tornaban optimistas, y en el sumario de cada fecha el glosario retrataba hermosas y pretendidas vistas. Pues ella era agradecida y obraba también con exquisita pasión, atendiendo cada visita con cariñosas bienvenidas, protegiendo cada cita con la fortaleza de su corazón. Ella regalaba su rica y preciosa naturaleza. En la plica que encerraba la costosa cuenta, costeada por los que la poseían, no figuraba ninguna venta, tan solo una relación de deberes que todos y cada uno de los seres que luchaban por ella debían asumir con inefable tesón: amarla, respetarla, mimarla y admirarla, cuidarla y protegerla... Aquel que con tan amable obligación cumpliera no debiera más dudar: ella, la Tierra, se lo iba a recompensar.

Y es que el amor con amor se paga. Y cuando este es verdadero y se cuida con esmero, los huracanes traen nuevas esencias y las tempestades riegan las carencias para fortalecer aquellas realidades que unen, aquellos afanes que no se pliegan ante nada. Parece lógico y es sencillo, ¿por qué, pues, esta historia huele a utópico cuento? ¿Por qué debemos dar brillo a la imaginación cuando simplemente amando podríamos descubrir aquella gloria que todo lo arregla? ¿Por qué...?
Publicado por Miquel Beltran Carreté en 23:43 0 comentarios
Etiquetas: amor platonico, amor. desamor, el amor existe, literatura romantica, mujer amada, pensamientos y reflexiones, vida
sábado 25 de octubre de 2008
Del desamor al amor. A la luna, a ti , mi cielo 6: La posesividad: Amor enjaulado...

 

Hace unos días pasé un buen rato hablando con un compañero del trabajo. La verdad es que hasta ahora nunca nada, más allá de la profesión y la proximidad laboral, nos había acercado a intimar. Y así, con temas banales y curiosidades sin importancia relativas a la escuela, empezamos nuestra conversación. Pero luego, no sé decirte ni el cóomo ni el porqué, nos encontramos hablando de algo que estaba afectando su vida y que loe tenía muy preocupado. Quizás fue su necesidad, quizás mi forma de ser abierta siempre a escuchar, a lo mejor fue un simple comentario que encendió la luz de la oportunidad,… No sé.
Me contaba mi compañero que su mujer había sido siempre muy celosa y que, con el tiempo, esa "cualidad" de su carácter la estaba llevando a ser cada vez más posesiva y desconfiada. Parecía como si quisiera controlarle todo, absolutamente todo lo que hacía. Las preguntas relativas al tiempo que debían pasar separados se volvían cada vez más inquisitorias y cuando estaban juntos a veces llegaba hasta el punto de obsesionarse con aquello que podía estar pasando por su cabeza. Ella intentaba controlarle su agenda, sus llamadas telefónicas, sus gastos, sus mensajes,…
El hombre siguió contándome como se sentía cada día más prisionero y, de alguna manera, aún sin decirlo, como a medida que más y más le intentaban apretar las cadenas más y más ganas tenía de alejarse y volar… Yo casi no dije nada, cosa rara en mí, y me limité a formular dos preguntas: "¿Crees que ella te ama?", "¿y tú, la amas aún?", y ante sus inseguras pero afirmativas respuestas le solté una débil, seguramente a partir de mi situación, afirmación: "Pues tendríais que hablar y hacer lo que sea para arreglaros, antes de que sea demasiado tarde…".
Acostumbro a ser persona que, cuando le plantean una problemática entre dos personas, y más si llega la información de un solo lado, lo pone todo entre algodones. Detrás de un posible desacuerdo o desamor puede haber tantas, tantas y tantas circunstancias ocultas que en la mayoría de los casos ni los mismos implicados están capacitados para valorar el problema en toda su dimensión. Y si no lo están ellos, imagínate los de afuera…
Síi me gustaría, entonces, entrar a valorar un hecho que esta historia presenta, una de esas muchas contradicciones que el amor presenta tiene y que, seguro, no pocas veces ha llegado a ser tan importante que ha concluido con su finiquito: los celos y la posesividad enfermiza que pueden conllevar. La desconfianza y la necesidad de, para no perder, retener al máximo al ser querido…
El amor oculta muchos tesoros, preciadas joyas que pueden enriquecer una relación entre dos personas hasta convertirla en excelsa. La libertad es uno de ellosaquellos. La confianza debe ser otro… Yo soy libre para amarte y así me debo sentir. El amor no puede ser el pago de nada y nunca se puede tomar como algo obligado, ni en la magnitud ni en la forma. Si lo que siento por mi amada no es suficiente, si lo que muestro y lo que estoy dispuesto a dar no alcanza los mínimos entonces seguramente deberemos empezar a hablar de desamor. Pues si amo de verdad no dejaré lugar para las dudas, para la insegura desconfianza. Si amo de verdad mi pareja no precisará más explicaciones que las que le den mis miradas, mis besos, mis palabras, mis silencios,… Ella sabrá que en mi vida no puede haber otra. Aunque en mi pasado hubiera sido un pendón, un imparable mujeriego, si amo a mi mujer no se pasará por mi cabeza hacer nada que atente al merecido respeto, nada que pueda dañarla… Si la amo me mereceré la libertad de volar sin vigilancia porque mis sentimientos y mi trato generarán en ella la máxima confianza… Y si la amo sabré percibir con toda su esencia el amor que ella siente por mí, y saboreándolo podré estar tranquilo, y degustándolo podré abrir también su libertad y asentarla en las más confiadas expectativas…
¿Me dejas? Mientras escribía ha ido naciendo en mí, movido por mi innato espíritu de creador y narrador de cuentos, una idea, un relato que me gustaría dedicar a todos aquellos y aquellas, hombres y mujeres, que quieren proteger el amor con cadenas, que necesitan asegurar la tenencia con ataduras… ¿Sí?

En los aún no excesivamente abundantes recuerdos de Fiorella no había habido nunca un regalo más preciado. Hacía dos años que lo tenía, vino con su cumpleaños, el más feliz de todos. En el soplar de las seis velitas sus ojos no miraban casi el pastel, seguían entusiasmados con la sorpresa que tuvo al abrir aquel inmenso paquete. En seguida se enamoró de él. No sólo fue su belleza, que era muy hermoso, fue su presencia, el sentimiento de que iba a ser suyo, su fragilidad, su cautiva tristeza,… ¡Fueron tantas cosas!
No quiso oír los consejos de sus padres: "No le cojas demasiado cariño, que cualquier día se puede enfermar y morir…"; "no lo dejes salir de la jaula, pues si consigue fugarse nunca más lo verás…". Fiorella decidió desde un principio que iba a amar a ese pájaro y con el cuidado mimo se fue ganando su confianza hasta que consiguió sentirse de verdad correspondida. Picarello, que así loe llamó, tardó un tiempo en vencer sus miedos pero al final se rindió: se dejaba acariciar, coger, cepillar, comía de su mano y la saludaba siempre, cuando llegaba, con unos preciosos y alegres cánticos que a ella lea llegaban al alma… A los tres meses ya salía de la jaula, daba pequeños paseos por su habitación y se posaba en su hombro, o se acurrucaba en su mano y la picoteaba muy suave, muy tiernamente. Era su querida mascota, su amado pajarillo, y para Fiorella eso significaba mucho más que tener un rico y preciado tesoro.
La niña no recuerda cuáando empezó todo. Habían pasado dos años y las cosas habían cambiado mucho… Aquella maravillosa relación ahora se había vuelto angustiante. Una tristeza monumental y una inevitable distancia se habían instalado en los cada vez menos frecuentes contactos que mantenía con Picarello… Quizás fue aquel terrible día… Alguien había dejado la ventana de la habitación entreabierta y el pajarillo, en su cotidiano paseo, lo descubrió y salió… Salió al libre aire y voló por el infinito espacio. Fiorella se asustó mucho, su espera fue terrorífica: su pajarillo podía perderse, podía ser devorado por cualquier hambriento palomo, podía… Pero Picarello regresó, pasada una hora y media volvió a casa y, agotado, se tumbó en el regazo de su amiga y buscó sus mimos con más anhelos que nunca.
Esa fue su primera escapada. Luego vivieron muchas otras. La niña entendió que siempre iba a volver y supo percibir la felicidad que esos vuelos a la libertad implicaban para su amiguito y no podía negárselos: era ella misma la que, cuando sentía que el pájaro lo buscaba, le abría la ventana.
Pero no, en verdad todo empezó otro día… Fiorella, aunque no quisiera admitirlo, lo sabía… Fue al regresar de uno de sus viajes cuando Picarello se posó encima de su mano y empezó a cantar… Estaba feliz, increíblemente alegre… ¡Más que nunca! La niña, al verlo así, al principio también se puso muy contenta, pero luego empezaron las dudas… ¿Qué o quiéen loe había puesto tan contento? ¿Habría quizás conocido una bella pajarita? ¿Quizás otra niña? La incertidumbre la atacó y los celos de lo desconocido la forzaron a grabar con un "es mi pajarillo" una desconfianza que no le dejaba otra opción: ¡Nunca más!
Y la ventana se cerró para siempre. Picarello seguía saliendo de la jaula y buscando el cariño de Fiorella, pero en sus paseos por la habitación no cesaba de lanzarse contra el cristal de la ventana. ¡Cuáantas más ganas mostraba de salir más firme era la decisión de no dejarlo! Y así siguieron hasta que un día el pájaro, en uno de sus choques contra el transparente muro que le impedía salir, se hizo tanto daño que quedó medio inconsciente… Y la niña tuvo que pararlo: antes de sacarlo de la jaula le ataba a una de sus patitas un fino hilo de seda y finalizó con sus impetuosos vuelos hacia la libertad.
Fiorella seguía acariciándolo, besándolo, abrazándolo,… Intentó mimarlo más que nunca y no entendía la indiferencia que recibía a cambio, no podía comprender la tristeza que embargaba a su estimado amigo… Y un día lo agitó con fuerza y le chilló: "¿Qué más quieres? ¡Yo te doy todo lo que necesitas! ¡Pajarraco desagradecido!" La respuesta fue clara y contundente: un picotazo en la mano que la hizo sangrar…
Picarello no salió más de la jaula. Ahora tenía lo justo: comida, agua y limpieza. Lo justo y poco más: algún saludo de vez en cuando, muchas recriminaciones,... Picarello ya no cantó más, la melancolía y la rabia se lo impedían. Si hubiera podido hablar quizás se hubiera arreglado todo. Si hubiera podido le habría contado a su amiguita que se sentía prisionero, que necesitaba sus escapadas simplemente para tomar aire, para descubrir el mundo, ese mundo que nunca podía limitarse a una habitación, a una morada por muy cálido que eso fuera, ese mundo que no podía cerrarse en una sola relación. Si hubiera podido le hubiera dicho a Fiorella que sí, que había conocido otros pájaros, que incluso había flirteado con alguna hermosa pajarilla, que también se había posado en otros hombros y se había dejado acariciar por otras manitas, pero que nunca nadie le había dado lo que ella le ofreció tan intensamente: ella era única para él y su amor era el más especial, el más deseado, el más querido… Su vuelta a casa después de cada viaje era una vuelta al hogar, al amparo del amor y a la seguridad, a la armonía que conlleva. La inmensa alegría que había mostrado aquel día al retornar no se debía a lo que afuera había encontrado, venía únicamente motivada por lo que reencontraba.
Pero Picarello no sabía hablar y Fiorella no podía entender algo que debería estar muy muy claro: si le cortas las alas a tu amor, si le privas de la libertad, si pretendes encadenarlo a ti, no vas a conseguir mantenerlo, más bien lo contrario, obtendrás su alejamiento. El miedo a perder es normal y hay que luchar contra la desconfianza que produce. Si no sabes, puedes acabar siendo tú quien provoque lo que más temes.
Publicado por Miquel Beltran Carreté en 12:55 0 comentarios
Etiquetas: amor platonico, amor. desamor, el amor existe, literatura romantica, mujer amada, pareja, pensamientos y reflexiones, platonico, posesividad, romantica, romantico
jueves 23 de octubre de 2008
A la Luna, a Ti, Mi Cielo, y a Mis Queridas Estrellas 5: Un mundo mejor: Sería tan fácil...
amor desamor literatura romantica mujer amada platonico romance poesia poema

 

 

 

 

 

 

 

 

La vida suele presentársenos como un largo viaje. Nacemos y morimos y entremedio solo se nos debería permitir vivir. Pero en un mundo cruel acabamos siendo pocos los que tenemos aquella oportunidad de desafiar retos más importantes que la simple supervivencia. Bienaventurados deberíamos sentirnos solo por poder intentarlo, mas con nuestra innata estupidez envolvemos nuestro desagradecido transitar con un desaforado apetito por las cosas más superfluas. Así, vivimos unos tiempos en los cuales nuestra naturaleza, ya por definición muy mema, ha visto mermada su inteligencia hasta límites insospechados. La edad del consumismo, la era del materialismo, el reino del más puro egocentrismo… bendito mundo estamos construyendo para nuestros hijos. Todo parece indicarles que si de mayores no alcanzan un determinado tipo de belleza y un ambicioso mínimo de riqueza no podrán tener todos aquellos indicadores que se relacionan con el bienestar. Ya de pequeños se nos exige que nos preparemos para acceder a un estatus elevado que nos otorgue el poder de acumular cuantos más lujos mejor. Uno diría, viendo el obsesionado interés de los adultos por obsequiar a los niños una educación dirigida unidireccionalmente hacia la escalada a la cima donde los acaudalados profesionales se instalan, que estamos invitando a creer a los inocentes infantes que en la vida todo se puede comprar. Sí, ya lo sé: en verdad casi todo… Pero todos sabemos que hay tres cosas que acaban siendo las más esenciales que no se venden en tiendas ni mercados: la salud, el amor y el equilibrio armónico o, si suena mejor, la felicidad. Claro que, “a falta de pan buenas son tortas” y si hemos de vivir en el desamor, infelices o incluso delicados de salud, si somos ricos seguro que será más tolerable… De ahí la famosa sentencia: “El dinero no da la felicidad… pero ayuda…”. Lógico, si ando triste pero con un buen coche ando mejor que triste y caminando descalzo por un camino de piedras… Lógico, sí, pero a la vez muy necio, porque, ¿quién no preferiría andar descalzo por un camino de piedras pero sintiéndose inmensamente feliz a correr por una autopista en un descapotable de lujo con las lágrimas instaladas en el ánimo? El mundo en el que vivimos nos ha hecho creer a la inmensa mayoría que es para los corazones duros, los ambiciosos bolsillos, las egoístas almas… Si no pisas te pisarán… Si te ofreces te chuparán la sangre… Si te abres te utilizarán… Si intentas ser bueno te tomarán por tonto… Si regalas tu amor de forma desinteresada te dañarán, seguro… Ponte de pie y anda con paso firme, con la vista fija adelante. Dirígete allá donde tus intereses te lleven y, sin importarte a quien arrastras, mantén tu entorno mientras te sea útil. Si en tu andar dañas, reza, pide perdón a Dios, y continúa, porque Él todo lo perdona. No olvides nunca que cuanto más alto escales más seguro te sentirás. El poder te hará valioso y atractivo a los ojos de los demás… y serás respetado. No te brindes demasiado, no muestres con claridad tus sentimientos, no abras tus emociones, pues son irracionales y pueden llevarte a lugares no pretendidos… aquello que no es controlable te hace frágil y no puedes permitírtelo. El mundo en el que vivimos nos está engañando de una forma vil y despreciable con la idolatría a unos valores muy lejanos a los que deberían conformar la condición humana. Aquellos que decidieron adoptarlos y colaboran en transmitirlos a las generaciones futuras son cómplices de ese ardid. El destacarnos como seres racionales nos hace diferentes al resto de los “animales”, pero no mejores. El hecho de pensar, por sí mismo, no nos hace especiales. Poder pensar, incluso razonar, es algo positivo, pero no deja de ser un instrumento más, exclusivo, sí, pero que no nos hará nunca excepcionales si no lo acompañamos del buen sentir. Los pensamientos edifican nuestra inteligencia, nuestra sabiduría, nuestra creatividad, pero si no los envolvemos de sentimientos positivos acabaremos siendo bobos, ignorantes y poco productivos para la humanidad y, sin ninguna duda, para la madre que nos acoge a todos, la Naturaleza, tendremos menos valor que una hormiga. Y en verdad lo afirmo, pues así lo pienso: aporta más armonía a la madre Tierra una mariposa, con un solo día de vida, que muchos hombres y mujeres que puedan llegar a vivir una existencia deshumanizada y egocéntrica de 80 o 90 años. Para nuestro planeta una buena parte de la humanidad se está convirtiendo en un residuo tóxico, un residuo de una civilización caduca y extremadamente contaminante. Y al asegurar que infectamos no sólo me sitúo a un nivel ecológico, tesis bien cierta, perfectamente demostrable y hoy mismo ya terriblemente grave, me remito al campo de las humanidades, aquel donde deberían inscribirse la mayoría de nuestros progresos… Sería tan fácil… Podría ser tan hermoso… Un mundo donde la más pura ética gobernara el espíritu de la raza humana, donde la limpieza de la conciencia dejará de ser un obstáculo para convertirse en una religión, donde el amor no fuera un recurso para conseguir algo sino una necesidad vital; una tierra donde la comprensión pasará de mano en mano sin quemar, donde el verdadero poder residiera en la riqueza emocional, donde todos los caminos se dirigieran al mismo destino: el desarrollo armónico de nuestro interior, la paz y el equilibrio con todo lo que nos rodea, lo externo, el entorno social y el natural… Sería tan fácil… Podría ser tan lindo… ¿Y entonces? ¿Por qué a los que intentamos seguir ese camino nos resulta tan duro? ¿Por qué cuesta tanto? ¿Por qué acabamos sintiéndonos tan fuera de lugar? Seguramente pensarás: “¿Y ahora con qué me viene este? ¿Otra vez filosofando?”. Pero si te paras a meditar un poco entenderás cada vez mejor porque escribo en cada ocasión lo que acabo redactando: ya te conté, te lo dije y, además, deberías saberlo, cariño… El amor nos despierta los sentidos de forma excepcional, amando de verdad abrimos nuestras emociones y enriquecemos nuestra sensibilidad llegando a extremos inimaginables… En mi caso, llevo ya muchas páginas intentando explicar un cúmulo de descubrimientos, un cosmos de sensaciones y experiencias que me hacen sentir a la vez inmensamente agraciado y tremendamente frágil. Y yo, que toda mi vida tuve la suerte o la desgracia de ser un obcecado idealista, aprendiendo a nadar con mi intelecto contracorriente desde muy joven, ahora que además pretendo hacer lo mismo con mis sentimientos me siento doblemente desplazado, fuera de lugar. Y es entonces cuando grito, cuando procuro cantar a los cuatro vientos: sería tan fácil… ¿Será tan precioso?
Publicado por Miquel Beltran Carreté en 20:16 0 comentarios
Etiquetas: amor platonico, amor. desamor, el amor existe, la vida es bella, literatura romantica, vida
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Diario de un amor platónico...
Una sentida copla al amor imposible, una balada a los juegos del destino, un hermoso himno al más glorioso sueño, un canto a la vida y al amor que te emocionará. Un maestro de escuela, casado y padre de dos hijos, se ve inmerso en una grave crisis matrimonial. Hundido en un profundo pozo que percibe sin salida se enamora perdidamente de una mujer casada y... madre de uno de sus alumnos... Pero él es un hombre con unos principios morales muy estrictos y se encuentra con un conflicto terrible, ante un amor sin salida, sin posible declaración. Y decide escribir, dar curso a sus sentimientos en la redacción de un diario. Un paseo por la forma de entender la vida de un hombre, un exhaustivo estudio del alma femenina, un apasionado manual sobre el difícil arte de amar. La literatura se conjura con las emociones y en clave de prosa poética el autor nos convida a reflexionar sobre muchas cuestiones de actualidad en las relaciones de pareja. "En el candor de lo bello debes hallar tu ideal, en el portal del amor encontrarás la razón y en lo más profundo de tu corazón un hermoso mundo te estará esperando. Andando por la senda de las ilusiones, sin venda que oculte el objeto de tus más puras pasiones, darás con el tan desdeñoso secreto que la felicidad esconde. La verdad debe estar en ti, en lo que sientas."
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INDICE DE ENTRADAS
1b. Un sueño: Me bañé en tus ojos
1c. La inspiración: Doce musas
1d.Vanas intenciones: Carta a un desamor
1e.Mujer maltratada: La responsabilidad de la víctima
1f.Un mundo mejor: Sería tan fácil
1g.La posesividad: Amor enjaulado
1h.Amor con amor se paga: Amada, bien querida...
1i.Sobrevivir al desamor: Mujer ante el espejo
1j.Hacer el amor: Anoche estabamos tu y yo en la playa
1k.Mujer y hombre. La creación... ¿Adán y Eva?
1l.La falsa "hombría" del "homo erectus"
1m.Un amor platónico: Soñar no puede ser malo
1n.Pasa ligera la vida: Humilde oda al pasado
1o.La vida es bella: Vívela
1p.Vivir la ausencia: Me muero por conocerte
1q.Odas de amor: En mi mente un baile de bellas palabras
1r.Deseos fugaces: Anoche viajé hasta el cielo
1s.La tela del destino: Si la vida se apaga
1t.La mujer amada: Con los ojos del amor
1u.El primer beso: Un vals de sensaciones
1v.Carta al desamor: La tristeza del adiós...
1x.Matrimonio de conveniencia: Dinero para nada
1y.Amor eterno: El amor es lucha
1z.Un corazon bravo no es el que más da...
2a.Vivir sin paz es morir...
2b.Miedo a lo que dirán...
2c.Hablemos de sentimientos, hablemos del corazón...
2d.Desde la oscuridad... Mi amado volcán
2e.Un imposible diálogo poético con el maltrato
2f."Nuestras vidas son los rios que van a dar a la mar..."
2g.¿Hasta que la muerte nos separe?
2h.Y empecé a escribir: Así comienza el primer capítulo...
2i.Acabé mi oda con dolor: A la luna, a ti, mi cielo... Un poema
2j.Cierra los ojos y dime: ¿Es esa tu verdad?
2k.Del desamor al amor: Y floreció el amor....
2l.Del desamor al amor: Un regalo, una prueba... La vida es Bella...
2m.Del desamor al amor: ¿Verdad o mentira?
2n.Del desamor al amor: No puedo dar la espalda a la vida
Pensamientos y reflexiones 10: No lo olvides: ¡Vive!
Pensamientos y reflexiones 11: En la elegancia del querer
Pensamientos y reflexiones 1: Soy libre para amar
Pensamientos y reflexiones 2: La felicidad de cada uno
Pensamientos y reflexiones 3: El amor oculta muchos tesoros
Pensamientos y reflexiones 4: Reta el corazón a la voraz sinrazón...
Pensamientos y reflexiones 5: En el candor de lo bello debes hallar tu ideal...
Pensamientos y reflexiones 6: Por ti convienes a cuidarte
Pensamientos y reflexiones 7: Nada va a ser definitivo
Pensamientos y reflexiones 8: Fecundo será el nido...
Pensamientos y reflexiones 9: Nadie soy para aconsejarte...
Poesía romántica 10: Las ideas
Poesía romántica 1: La sombra
Poesía romántica 2: Pensamiento
Poesía romántica 3: Realidad
Poesía romántica 4: Olvidar y no olvidar
Poesía romántica 5: Al amor
Poesía romántica 6: El busto de nieve
Poesía romántica 7: ¡Déjalos!
Poesía romántica 8: Anhelos
Poesía romántica 9: ¿Qué es poesía?
Nuevos horizontes, nuevos proyectos...

Partió la blanca paloma, poemario anárquico de un soñador romántico...
Novedad: El Rincón del Pensador...

A la Luna, a Ti, Mi Cielo: Pensamientos y reflexiones...
Novedad: El Rincón de las Citas...

Del amor y el desamor...
Novedad: Mi Rincón Poético...

Hermosos Poemas de Autores Consagrados...
Novedad: El Rincón Nostálgico...

Antología de Poesía Americana del S. XIX
En Miquel, ¿un soñador más?

Bienvenido/da a este, tu hogar de lectura
Si me envías la palabra "Fragmentos" a mi mail...

Te mandaré una preciosa selección con una dedicatoria...
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Otras obras...Mención Honorífica Premio de Ensayo Pedagógico "Joan Profitós" 2002

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Educando desde pequeños...
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Un aprendizaje que debería ser esencial...
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EL AUTOR
El autor ha ejercido, durante 18 años, como profesor en el ciclo de Educación Infantil, en una localidad de la costa catalana, cerca de Barcelona. Paralelamente a su trabajo, ha ido desarrollando durante esos años otros oficios: titiretero, narrador e "inventor" de cuentos, payaso, guionista, director y productor teatral, actor y escritor.
Miquel Beltran i Carreté no reconoce ninguna vocación literaria: "Siempre que escribo lo hago por necesidad, para transmitir algo que creo es importante comunicar...". Su libro La Escuela de la Alegría obtuvo en el año 2002 una Mención Honorífica en el prestigioso premio "Joan Profitós" de Ensayo Pedagógico. Es tambien autor de cuentos para niños y de artículos varios en el campo educativo.
A la luna, a ti, mi cielo, y a mis queridas estrellas nació como una preciosa declaración de amor. En sus páginas el autor pretendía introducir, anunciar, dar comienzo, desarrollar y liquidar, la hermosa y profunda descripción de un enamoramiento platónico que, en la imposibilidad de su consumación, surgió de la limpia nada para erigirse en una bellísima historia que a una sórdida nada debió regresar: "En sus páginas iba a contar una historia y acabé metiendo mi vida?".
Pero aquello que debía ser una bella y extensa carta dirigida a una mujer acabó siendo un profundo y exaustivo tratado sobre los sentimientos, una sucesión de escenas y pensamientos que, huyendo a menudo del hilo argumental, pretenden ofrecer una senda donde la reflexión curse su camino hacia las conclusiones...Sitio certificado por

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